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Demostración práctica: Ejemplo 2º

DEMOSTRACIÓN PRÁCTICA. 

Ejemplo 2º Entrevista.

LA GRAN OBRA DE CLAUDIO

Relato para Caso 2º

Por: María José Fons

Claudio de Arciniega era un conocido arquitecto en su ciudad y también en muchos lugares del país. Comenzó a trabajar desde muy joven y pronto descubrió su amor y pasión por la construcción.  Le encantaba pensar como poder construir grandes obras, que sus estructuras fueran robustas y resistentes, que los muros fueran sólidos y que sus exteriores emanaran belleza.

Claudio en un principio se dedicaba principalmente a reparar edificios, casas y catedrales dañadas, pero poco a poco fue diseñando sus propias obras y descubrió que se le daba muy bien.

La combinación de belleza, robustez, funcionalidad, resistencia, solidez, etc era lo que fascinaba a Claudio a la hora de diseñar y crear sus proyectos. Cada encargo era un desafío y no tardaba ni un solo día en ponerse manos a la obra. Claudio no solo era inteligente y trabajador, sino que además era muy persistente en su trabajo y por eso pronto lo nombraron maestro constructor.

Después de mucho tiempo dedicándose a los encargos de grandes empresarios, ayuntamientos y priores decidió embarcarse en un proyecto personal y quiso construir su propia casa. Quería que fuera algo realmente diferente y pondría toda su capacidad y sus conocimientos para crearla. Usaría los mejores materiales, pensaría muy bien la estructura que tendría y diseñaría dos grandes y hermosas torres de las que quería sentirse especialmente orgulloso.

Así pues, se puso a trabajar duro y tardó varios años en terminar su gran obra porque quería que estuviera bien realizada hasta el último detalle.

Llegó el día en que por fin quedó finalizada su construcción, y aunque todo el mundo le decía que había creado una gran obra y que podía estar orgulloso porque aquellas dos hermosas torres lucían perfectas, Claudio no estaba lo feliz que esperaba. Dudaba de si los cimientos eran verdaderamente fuertes y estables, de si la casa tendría todas las habitaciones necesarias para una vida plena, de si esas bellas torres podrían haber tenido un acabado mejor y de si las vigas podrían soportar el peso o si el techo resistiría a las inclemencias del tiempo.

Las personas más allegadas a Claudio le decían que no se preocupara, pero a él no le servían ese tipo de consejos. Él necesitaba que su casa fuese una buena casa porque lo sería para toda su vida y quería que fuera un reflejo de todo el empeño y amor que puso en su construcción.

Su mujer, un día le dijo: Claudio, no sufras, si esta casa la has hecho con amor y has puesto en práctica todos tus conocimientos, seguro que, aunque no sea perfecta, es la mejor. Claudio la escuchaba, pero no estaba del todo convencido de sus palabras.

Un día del duro inviernos que pasaron ese año, vino un gran diluvio que duró varios días. Toda la ciudad pasó verdadero miedo y algunas casas se derrumbaron, pero el hogar de Claudio, aunque sufrió algunos daños quedó en buen estado.

Pasaron los años y un día de repente la tierra empezó a moverse. Claudio no lo podía creer, pero un terremoto comenzaba a azotar la tierra y también su casa. Por suerte, aunque pareció eterno solo duró unos segundos. La mayoría de las casas alrededor de su hogar cayeron en mil pedazos, otras quedaron tan perjudicadas que no las pudieron arreglar, pero su querido hogar, aunque sufrió importantes desperfectos se mantenía en pie.  Este desastre climatológico causó una gran pena en Claudio, ya que vio como su obra había quedado bastante dañada.

Claudio fue arreglando los desperfectos como pudo, aunque otros vinieron al cabo del tiempo. Una gran ventisca, veranos secos y calurosos, lluvias intensas…etc.

Todas estas inclemencias hicieron mella en el hogar de Claudio, sobre todo en la fachada, incluso alguna estancia quedó profundamente dañada en un incendio, pero pasados los años ahí seguía su obra, bien enraizada a la tierra y viendo pasar las adversidades. Su hogar no solo sufrió el daño de las inclemencias del tiempo, también recibió un gran cariño y dedicación en cada reparación que el maestro constructor hizo en ella y pasó muy buenos momentos y muy felices junto a su mujer en su querido hogar.

Un buen día, Claudio estaba desayunando con su mujer y parecía algo decaído. Le preguntó que le pasaba y le dijo que habían pasado muchos años desde la construcción de aquella casa y sabia que ya no podría volver a construir otra y tenía la sensación de que seguía dudando de si su gran proyecto en el que puso tanta ilusión y empeño de joven, su gran obra, había sido el edificio que él quería.

Su mujer lo miró a los ojos y le dijo: Claudio, mira a tu alrededor. La mayoría de las casas que nos rodean son nuevas y aparentemente bellas, con materiales más nuevos y diseños innovadores, pero fíjate que ningún edificio es tan hermoso como el nuestro. La fortaleza y estabilidad de nuestro hogar ha hecho que supere infinidad de adversidades y duros acontecimientos. Fíjate que ahí reside la verdadera belleza de nuestro hogar, que gracias al amor y la sabiduría que pusiste al construirla ha hecho que supere todas esas situaciones complicadas. El paso del tiempo sobre ella la ha dañado, pero también le ha dado vida, si no, ¿por qué crees que esas cigüeñas han elegido nuestras bellas torres como su hogar? ¿Y todas esas plantas, flores e insectos que siempre están alrededor?  Toda esa vida, también es obra tuya.

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